Si comparamos el ADN de los chimpancés con el del ser humano, no encontraremos grandes diferencias. A pesar de que en la estatura somos aproximadamente un 40% más altos, pero nuestros genomas son bastante similares. A tal grado que, si tomáramos algunos fragmentos de ambos, apenas una de dos letras de cada cien no coincidirían, revelando que son especies diferentes, explica el divulgador Matt Ridley en su libro Genoma. La autobiografía de una especie de 23 capítulos.
Sin embargo, hay algo que nos separa: mientras nuestros parientes chimpancés tienen 24 pares de cromosomas (rasgo que comparten con otros primates), el ser humano sólo tiene 23.
En nosotros, el cromosoma dos se formó cinco o seis millones de años a partir de la fusión de dos cromosomas ancestrales aun visibles y separados en los chimpancés. Este hecho diferenciará para siempre a ambas especies. No obstante nuestra historia genética está íntima e íntegramente ligada y relacionada no solo con los chimpancés, sino con el resto de todos los simios.
Reflexiones: Bien recuerdo hace ya varias décadas, durante un viaje de estudios al zoológico de Chapultepec en la ciudad de México, que bajo la tutela de algunas de mis maestras (monjas) y la presencia de mis compañeritos de salón de primero o quizá segundo de primaria; que al llegar a la jaula de los chimpancés, yo los observaba fijamente su penetrante mirada en la que apreciaba había cierta inteligencia mecánica e intuitiva y cierto potencial de poder establecer comunicación, lo que me llamaba muy poderosamente la atención.
Pero solo bastó mi exclamación…”Caray hermana Celina, pero de verdad cómo se parecen a nosotros” para que no solo fuera regañado, vapuleado, reprendido y sermoneado; sino que inmediatamente me enviaron en calidad de castigado al camión del colegio, el cual estaba estacionado en la parte exterior del parque zoológico capitalino, para terminar encerrado por el resto del día por andar atentando y blasfemando en contra nuestros padres Adán y Eva.
Siempre me he cuestionado: ¿Por qué los seres humanos tenemos el ego tan crecido, que vociferamos a los cuatro vientos estar manufacturados a imagen y semejanza del ser creador del universo y que reprobamos la Teoría de la Evolución de Charles Darwin y por supuesto nuestra relación genética con los demás simios?